Tiempo de borrasca

Ayer fui de rebajas. Me compré una bufanda de calaveras. Llevo todo el día de hoy preguntándome POR QUÉ DEMONIOS me compré una bufanda de calaveras. En serio. Sacándola del armario, mirándola, preguntándomelo y volviéndola a guardar. Creo que una parte de mí pugna por ser normal, mientras la otra parte lo da por imposible. O algo así. Sea como fuere, mañana iré a trabajar con mi bufanda de calaveras, y mi jefe me dedicará su mirada de reprobación nº 24 en lo que va de año. No debería jugármela tanto como me la juego con el nuevo jefe. Este mes se firma el convenio de mi sector y la cosa pinta mal. Hablan de reducción de sueldos y eliminación de pagas extras. La verdad, no sé qué mas pueden reducirme a mí. Como me quiten muchos más ingresos, al final tendré que pagarles yo a ellos por ir a trabajar. Cuando pienso en ello, me angustio. Karlos dice que no debería gastar ni un gramo de adrenalina en el asunto. "Nos casamos para eso." "Para que yo me quedara en paro..." "Para que quedarte en paro no fuera un problema." Bueno. Vale. No es un problema. Siempre me quedará el recurso de ponerle droja en el colacao, tirarle por las escaleras y cobrar el seguro, pero siendo sincero (y realista, porque mucha droja y un par de palanquetas, me harían falta para tumbar 90 kilos de vasco)...no me imagino yendo a ninguna entrevista de trabajo con mi bufanda de calaveras y mi inglés de gomaspuminglish a convencerles de que yo soy su mejor opción.

Al menos en cualquier desarrollo profesional que no verse sobre meter las papafritanga en las cajas de los japimiles.