La Birra de la Pili

Tenemos chica nueva en casa. O la tendremos dentro de un par de días, cuando nos la vacunen, y la podamos recoger de la milla verde perreriense. Esta vez no he tenido nada que ver (lo juro). La mujer de la asociación conservaba el teléfono de Karlos de cuando su periplo por esas perreras de Dios para adoptar a Diplodocus. Le llamó. “Hay una chucha que sacrifican este viernes. Y a esta no la colocamos porque está mutilada y es muy fea. Te lo digo por si sigues buscando perro o sabes de alguien que la quiera.” Y Karlos dijo “Mutilada, fea y sentenciada. Está claro. Para nosotros.”

Y para nosotros es.

Intentamos encontrar una lógica que nos justifique lo del tercer perro. Algo como “donde comen siete, comen ocho...”, “molan más los números pares...”"como caiga otro meteorito a ver qué hacemos...", "Saturno entra en Escorpio y yo con estos pelos..." pero no llegamos más allá de que tenemos casa, tenemos campo, tenemos jardín y todavía nos cabe uno. La hemos llamado Pili Birra. Lo de Pili lo ha escogido Simón, porque su novia se llama Pili. Yo he cumplido con mi deber de adulto explicándole que no hay muchas chicas que agradezcan eso de que uses su nombre para bautizar a una perra, pero él insiste en que tiene que llamarse Pili. Pues ea. Bienvenida a casa, Pili Birra. Las salidas de emergencia están ahí-ahí-ahí-ahí y por donde te salga de las tetas, siempre que vuelvas viva. Al gato blanquinegro se le huye, al vasco que corre se le sigue, la tortuga no se come, y el resto... ya lo iremos viendo sobre la marcha.