Cocherías y boxeos

Hoy me he mareado cuando iba conduciendo por la A6 hacia el trabajo. Sin venir a cuento y sin motivo. No un mareo de esos de bajada de tensión en los que sudas frío y vomitas el hígado por la ventanilla, no... de los otros. De los de globazo mental y alteración de la percepción. O sea... como un coloconazo de marihuana, pero sin marihuana.

Me he asustado un poco. Lo primero que he pensado es que después del globazo vendría el desmayo, y el espachurramiento contra un autobús de la EMT, así que se me ha activado el chip de las emergencias y me he puesto a hacer todo lo que hacía con el fisioterapeuta de pequeño como gimnasia mental, cuando tuve que recuperarme de la encefalitis. Abre mano-cierra mano. Sube rodilla-baja rodilla. Canta "es-toy-su-bien-do-la-ma-no. Es-toy-ba-jan-do-la-ro-di-lla. Me-lla-mo-A-riel. Voy-en-co-che." Todo esto agitando las manitas alternativamente, con la ventanilla bajada para que me despejara el aire, y a grito pelado para oirme a mí mismo.

Creo que es un milagro que no me haya parado nadie para hacerme un control de estupefacientes, porque claramente he sido lo más surrealista que ha circulado hoy por la A6, con mucha, mucha, mucha diferencia.

Tendría que haber parado, lo sé. Tendría que haberme echado al arcén, y tranquilamente, esperar a que se me hubiera pasado, pero en esos momentos de apollardamiento lo único que me venía a la cabeza era que no sabía dónde estaban ni los triángulos, ni el chaleco reflectante y que si no era muy divertido lo de empotrarme contra un autobús de la EMT, aún lo era menos convertirme en la nueva pegatina del parabrisas de un taxista con mala hostia.

No controlo mi coche. Es la cruda realidad. No sé dónde está nada. Ni los triángulos, ni el chaleco, ni la rueda de repuesto, ni NADA. Yo soy uno de esos especímenes de conductor que necesitarían un chaleco reflectante para ponerse a buscar el chaleco reflectante. Lo único que controlo es lo de apretar el muñequito de Darth Vader parlante para que diga "I'm your father, Luke", y eso únicamente porque lo colgué del retrovisor. Si llega a estar en la guantera, ni eso controlaría. No se me puede pedir mucho más. Siempre he sido una nulidad para las cosas que no me importan una puñeta, y el coche es una de ellas.

He bajado al médico de la empresa para que me echara un vistazo y me ha dicho que parecía una contractura de las cervicales, seguramente, debido a lo de pegarme cada noche con el saco. Así que... ya es oficial que nunca seré la suricata de Mingorrubio con control de chaleco reflectante.

Sí... se podría ser más patético. Pero sería difícil ¿no?