Pues los títulos tienen su puntillo...

Vaya día de cacao maravillao que tuve ayer yo con la tipografía del blog... Es por culpa de los smartphones y demás chirimbongos portátiles. Como no disponen de las fuentes web que tiene blogger, las sustituyen por una Arial monda y lironda, y deja una estética de posts de lo más gris y asquerosita. Estuve intentando poner fuentes que fueran más accesibles, para ver si así se podían ganar un poco de vistosidad en kindles, aifones, aipades y resto de chismes superchupis, pero... no lo conseguí. Siguen viéndose los post con aspecto de mierdecilla oficinista. Lo siento. Ya se me ocurrirá algo. O no. O sí. O no. O me dará igual y todo habrá sido un sudor en vano (yo voto por esto último).

Ya vino Karlos. Esta mañana, como unas cinco horas antes de la llegada prevista. Y ha entrado con las llaves y en completo silencio. Y ha subido hasta la buhardilla y me ha cogido la cintura por la espalda, así que la única razón por la que yo aún pueda estar aquí escribiendo esto, es mi buen estado cardíaco. Si llego a tener alguna disfunción al respecto, a estas horas estaría en un cajón de la morgue, infartado por susto absurdo de marido cabrón.

También ha venido el tigre. Es verdad que es increiblemente increíble. De tamaño natural y en plan hiperrealista. No ha habido ni una sola de nuestras mascotas que no haya bufado/gruñido al verlo (menos la tortuga, que es de natural pacifista). Hemos dormido los tres la siesta encima de él tan pichis y tan cómodos y nos hemos hecho una autofoto con el disparador automático. Molamos todo. Parecemos la versión familiar monguer de Vida de Pi. Simón está entusiasmado. Va arrastrando el tigre por todas partes. Cada vez es más Calvin, el pobre.

Mañana por la tarde quiero pelearme otra vez con la plantilla. Y quiero publicar los cuatro millones de viñetas que tengo dibujadas por ahí, grabar audioposts, cambiar la cabecera y buscar otra foto de avatar, así que es casi seguro que pasaré la tarde del sábado mascando regaliz y viendo episodios de Bola de Dragón Z.

Lo bueno de mis defectos y yo, es que ya nos vamos haciendo amigos.