Semana de "apartainútil"

No ando bien. Todo me cabrea, todo me duele, y llevo en la sangre como unas ganas incontenibles de matar. Sé que debe ser cosa de la primavera, y que pronto pasará, pero mientras tanto... no estoy bien, y necesitaría un lanzallamas o un kalashnikov. Y unos cuantos zombies.

Han operado a Simón y Karlos está en Chile. He dormido dos días en el hospital, así que puede que las ganas de matar me vengan de ahí. Pensé que lo llevaría mejor con mi amplia experiencia en ingresos hospitalarios, pero no ha sido así. Me he peleado con las monjas hora sí y hora también. Eran avinagradas, resecas y crueles. Ciertamente, tres cualidades bastante inherentes a una monja. Anoche perdí los papeles y eché algún que otro grito, al más puro estilo Karloszeta. Porque entraron a poner el termómetro a las cuatro de la madrugada y atusaron y tironearon al niño, vendado y entubado como estaba, sin ningún tipo de cuidado, ni precaución. Simón gimió, yo ví una gota de sangre en el gotero y salté como un tigre. Como un tigre con pelánganos. La monjamomia me puso el dedo índice en las narices "oyeoyeoye...será mejor que te calmes, jovencito..." Yo hice lo mismo "Noooooooooo ¡¡será mejor que te calmes tú!!". Se puso toda ofendida. Las monjas malas son así. Te tutean como si fueras un moco de chimpancé, pero luego si te tomas la misma confianza con ellas, se ofenden muchísimo. Me sudó bastante la minga que se ofendiera, pero no debí montar ese circo. No delante de Simón. La próxima vez la esperaré en el repecho del pasillo y allí le daré un golpe de kung fu o algo.

A ver si para estas ocasiones me aprendo lo de los cinco puntos de presión para explotar un corazón, de Pai Mei. Complementado con un par de estacas y alguna bala de plata en la mochila, porsiaca hiciera falta rematar.

Simón está bien. En realidad era una operación facilita. Le han quemado parte del angioma de la frente, para que de mayor pueda quitarse el flequillo y peinarse con el pelo hacia atrás, en plan mamarracho señoritingo de las juventudes rajonianas. Las ramificaciones internas del angioma no han crecido. Buenas noticias. Le he dicho que teníamos que celebrarlo cuando llegáramos a casa con algo rico-rico-riquísimo. Ha puesto cara de entusiasmo y ha dicho "¡BÓCOLI CON NANONESA!" y me ha dejado con absoluta cara de vaca mirando al tren.

Y eso. Que aquí estoy. Cociendo brócoli.

Será maldito mi enanito angiomático...