Soy un desenredado social

No me sale cocinar. No me salen las tartas preciosas, los bizcochitos pomposos, ni las magdalenas sublimes, para fotografiar sobre platitos de diseño rústico con servilleta calada. Mancho, quemo, estropicio, salpico... No se me ocurre fotografiar la comida. El móvil está lejos, mis dedos pegajosos, la demostración no me importa... Tampoco hago fotos de conciertos de música independiente, ni fotografío la mesa del japo antes de comerme el sushi. No mando enlaces de todo lo que escucho, ni de todo lo que veo; siempre pienso que no importa mucho. Tampoco me sale ser guay. Nunca digo frases grandiosas, ni tengo pensamientos profundos. Todo se me queda sencillo, corto. Como a ras de piel. No me sale hacer cosas que no quiero, y menos aún decirlas. No me sale no ser yo. Odio con intensidad a los gurús del buen rollo y demás payasos forzados. En la vida hay que llorar. Pues claro que hay que llorar, cojones. Y reir. A partes iguales. Sé perfectamente que nada es maravilloso, ni nada es una mierda. Estoy hecho del revés. No me importan las tendencias, ni las modas, ni las personas que siguen las tendencias y las modas. Instagram me aburre un poco y Pinterest un mucho. Puedo vivir sin probarlo ni saberlo todo, a pesar de que el mundo a mi alrededor lo haga. Me gusta la gente con defectos. Con arranques de mal caracter. Con debilidades. La gente que se despeina y que falla. Los hombres que llegan tarde y sin afeitar. Las mujeres que se ríen con la boca abierta y mojan pan en el plato. Me gusta la gente humana. Cuando veo tanta adulación, tanto happyflower "eres superchupi, Raquelita" "no, tú si que eres un cielo, Pedro Javi" "oh sí, los dos sois INCREÍBLES, está nevando y tengo lombrices intestinales, pero OS MANDO UN SUPERBESO PORQUE GRACIAS A VOSOTROS SOY FELIZ..." Me río. Me río y me siento malo, porque no me creo nada. Estamos tan solos, tan necesitados de cariño, tan enredados en un cibermundo que se vuelve tan absurdo y frío, que se nos olvida ser sinceros. Se nos olvida lo que somos realmente. Poco. Nada. Y lo estupendo que es ser poco y nada. Lo estupendo que resulta eso de que el universo se mueva sin ti.

Y por increíble que parezca, toda esta diatriba viene por una tarta de tres chocolates. Y porque quiero mucho al vasco.