Superhéroes

Ha sido día de Maratón. Participaban, como no, Karlos y su grupo de locos por el trote. Querían batir su marca del año pasado, y hacerse con un tiempo en torno a 2h. 45'. Era una marca cojonuda. Una marca de atleta. Y llevaban entrenando todo el año como bestias para conseguirla. A mí, que soy de natural tranquilo y marihuanero, todo ese afán de superación deportiva me resultaba más inverosímil que los marcianitos verdes con oreja de trompetilla, pero aún así es mi compañero y como tal pues...había que apoyarle, claro. Para eso están las parejas. Por un lado te regalan lapislázuli y por el otro te hacen levantar un domingo a las 7:00h. Son las cosas del equilibrio cósmico.

Hemos dado más vueltas que una pirindola, Simón y yo, por aquello de no perder de vista a nuestros cinco corredores (o a los únicos cinco corredores que nos importaban lo suficiente como para aguantar los 3ºC de temperatura mañanera). Se me ha ocurrido la feliz idea de ir en coche de la ceca a la meca para que Simón no pasara frío, y ha sido algo así como recorrerse en monociclo un laberinto de Lovecraft. En parte porque estaba medio Madrid cortado, y en parte porque nací con el sentido de la orientación más atrofiado que el pito de un camarón. Aún así, lo hemos logrado. Dejando el coche tirado por enmedio de vete a saber dónde, pero lo hemos logrado. Y cuando nuestro cronómetro de mano no había llegado a las 2h. 45', ya estábamos el enano y yo en la meta, como dos zarigüellas, asomando el cogote por entre los curiosos que se agolpaban a esperar a los corredores.

No ha logrado superar su record. A un kilómetro y medio del final, uno de sus amigos se ha lesionado, y Karlos ha decidido sacrificar su marca, para ayudarle a cruzar la meta. "O todos, o ninguno." Eso había dicho Karlos al salir. Cada día decimos muchas frases como esa. "O todos o ninguno." "Por ti lo que sea." "Siempre estaré a tu lado." "Jamás te traicionaré." Son palabras que nos llenan la boca y nos hacen sentir seguros, y poderosos. Sin embargo... es muy difícil encontrar a alguien que sea capaz de cumplirlas llegado el momento de hacerlo. Una de las razones por las que queremos a Karlos, tanto sus amigos, como sus hermanos, como su hijo postizo, como yo, es porque siempre tendremos la seguridad absoluta de que jamás hará una promesa en vano. Da igual lo grandilocuente que sea esa promesa, ni lo más o menos bonita que llegue a sonar en su boca. Si él la dice, la cumplirá. Tenga que hacer, lo que tenga que hacer.

Una de las razones por las que queremos a Karlos.

Nota para ti:, lo sé. Me prohibiste tuitearlo. Bien. No lo he tuiteado. Pero... ehm... Del blog no dijiste nada.