Para un hombre que nunca está contento

Cuando empecé a escribir blogs hace unos años, estaba obsesionado con lo de utilizar tipografías pequeñas que ocuparan el mínimo espacio y pasaran visualmente desapercibidas. Sin embargo ahora, que le doy a todo esto una importancia relativa, ando obsesionado por utilizar letras grandes y voluptuosas, a prueba de miopías y presbicias. Estoy convencido de que tiene algún significado psicológico oculto relacionado con la necesidad satisfecha de pene o algo así (hola Karlos).

Sí, bueno... qué horterada de plantilla, Ariel Nepomuk. Ya no das mucho de sí, muchacho. De aquí a plantificar uno de esos asquerosos cuadernitos de espiral con cuadritos, que van bajando con el cursor en plan agenda surrealista desasosegantemente interminable, hay un tris. Tengo que quitar el estampado de sofá, pero es que descansa (ojo al chiste) la vista que es un gustazo, y todos mis intentos por conseguir un fondo chulamente gris, han fracasado estrepitosamente. En parte gracias al vasco, porque se me ocurrió la feliz idea de pedirle ayuda, y me inundó el correo de fondos de Hello Kitty, power rangers y tortugas ninja. Él es así. Con la misma intensidad que te satisface el pene, te toca las pelotas. Y esto último no en el sentido divertido, no... En el otro.

He sacado a la tortuga al jardín para dar su primer paseo de primavera y ha caído una granizada de diez pares de cojones. Para cuando hemos logrado ponernos a salvo, la tortuga y yo, ya me chorreaban hasta los calzoncillos. Creo que lo de sacar a la tortuga y que se caiga el cielo en forma de piedros es algún mensaje cósmico que se me escapa. Algo como "yo que tú no lo haría forastero", pero en versión Dios.

¿Va a llegar alguna vez julio?