Furia

Le dije a Javi que iba a salir de twitter. Que ya no lo veía mucho sentido. Es cierto que no se lo veo. Lo abrí para decirle idioteces a Karlos. "Voy a enseñarte una cosa para me digas tonterías". Eso dijo cuando abrimos la cuenta. Y qué razón tenía. Nos pasamos aquellos primeros meses poniéndonos juegos, retos y preguntas. Era casi como una ventana de confesionario con visos de escándalo público. Molaba. Toda una travesura. Luego sucedió como con los blogs, porque al fin y al cabo, todos los ciberentramados sociales son más o menos lo mismo. Lupas a traves de las cuales miramos nuestras pequeñas y corrientes vidas, para hacernos la ilusión de que son importantes y maravillosas. Y olvidándonos la mayoría de las veces, que detrás de esas falsas lupas y todo ese ejercicio de egoilusión absurda, seguimos siendo pequeños y corrientes, y la mayoría de las veces, dueños de una vida gris que realmente no le importa demasiado a nadie.

Ya. Suena un poco despellejado lo que he dicho. Pero es así. Esa es la cruel realidad. Es más que probable que a tus 2.589 followers les importe una mierda isabelina que hagas magdalenas de coco para merendar. No importa que te llenen de comentarios tipo "¡qué pinta tan estupenda!" "¡oh, tienes que darme la receta!" "¡ay, qué bien manejas el horno, cuánto vales!" La mayoría serán simples compromisos sociales absurdos de amistad incoherente. La verdad, la puñetera verdad, es que tus magdalenas de coco no importan una mierda. Y eso es algo que hay que asumir más tarde o más temprano. Ninguno importamos. Somos sardinas de mediterráneo. Todos apelotonados, iguales, y nadando en la misma dirección. La ciberactividad social, no sirve más que para autocebarnos en un egobrillo que en realidad no existe.

Javi no está del todo de acuerdo. Javi es dulce y prudente. Me dice que use twitter para meter mensajes en botellas y tirarlos al cibermar. Que le siga escribiendo tonterías a Karlos. Que él lo leerá antes de llegar a casa y que le gustará hacerlo. Y tiene razón, claro. Porque Javi es dulce y prudente, y yo... Yo soy un bocazas furioso y ciclotímico, con falta de vasco y exceso de testosterona.

Me parece que llevo las noches bastante peor que los días. Es por la luna. La luna siempre me traiciona. Siempre.