Tirititrán-tran-end

Estoy un poco pedal gracias a una jarra de sangría y dos margaritas, así que no debería escribir, pero por otro lado, hoy ha muerto la tortuga Tirititrán (tran-tran) y estoy seguro de que será una de esas cosas cuya fecha querré recordar dentro de un año o dos, así que... hola de nuevo, blog. Vaya horitas para escribirte.

Sí, se nos ha muerto la tortuga. Aparentemente de muerte natural, porque nos la hemos encontrado toda tiesa, con cara de paz, al pie del rosal. Por más que he buscado rastros criminales para culpar a perros o gatos, no he encontrado ninguno. Ni sangres, ni tripitas, ni caras tortuguiles desencajadas, ni muescas de dientes/zarpas en la concha... nada. Según parece, ella pasaba por allí y pum. Se murió. Y como la encontramos en un contenedor de basura, pues tampoco es que supiéramos cuantos años se gastaba la criatura. Lo mismo hemos estando conviviendo con una tortuga recontracentenaria y ni flowers. Vete a saber.

Como la hemos encontrado al pie de los rosales, hemos considerado justo, cavar un hoyo allí mismo y enterrarla (y de paso que nos hiciera abono tortuguil), pero aunque hemos intentado darle un entierro serio y digno, Karlos ha empezado a hacer bromas tontas de las suyas y hemos terminado los tres (Simón más por rebote que por otra cosa) llorando de risa. Pobre Tirititrán. Espero que no se le ocurra vengarse y aparecerse esta noche en formato fantasma de tortuga. Más que nada porque con el semipedal veraniego que llevamos, es más que probable que nos volviera a dar la risa tonta y termináramos el asunto peor de lo que lo empezamos.

El lunes volvemos al trabajo. Noto que todo el mundo está muy serio a nuestro alrededor. Nosotros no. Nosotros tres seguimos de vacaciones. Eso se traduce en que nos pasamos el día riéndonos, gastándonos bromas al alimón y haciendo el idiota soberano. No pasa nada. El verano es para eso. Lo sé porque yo me pasé unos cuantos años odiándolo profundamente y deseando otoños venideros.