Sium-ñiiii

La chica de firmas llora, llora y llora, porque ya se ha dado cuenta de que mi compañero sólo buscaba un revolcón. Él no se inmuta. "Se lo dejé claro, no entiendo a qué viene ahora el drama." Yo le digo que su planteamiento no es justo, porque hombres y mujeres somos distintos y vemos un mismo amor de dos formas diferentes. Él se ríe maliciosamente y me acusa de sexista. No entiendo por qué. No he dicho mejores, ni peores. Sólo distintos.

La chica de firmas me da lástima. Las cosas del amor son como llagas tontas, que suelen doler un 250% más de lo que en realidad importan, pero sólo te das cuenta cuando el tiempo las infunde perspectiva. Me gustaría abrazarla y explicarle que dentro de unas semanas el dolor se habrá hecho llevadero, como unas gafas que no ajustan, o un zapato que roza, pero no creo ni que me escuche, ni que me quiera cerca, porque soy el que comparte mesa, comida y confidencia con su desengaño y, por lo tanto, parte del enemigo. Yo lo veía venir. Lo dije. El problema de los depredadores sexuales es la empatía. Toni no cree que haya hecho nada malo. Está convecido de que el error es de la chica. Y mientras, la chica ha pasado toda esta minirrelación convencida de que podía cambiar la situación. Ilusos ambos.

He vuelto a sacar el monopatín del armario y a dar unas cuantas vueltas por la casa. Karlos estaba visitando a su hermano, así que ha sido una especie de minitrampa en mi camino del bien. No puedo explicar por qué soy feliz haciendo trastadas, pero lo soy. Puede que sea la adrenalina. O la inmadurez. O un poco de una cosa mezclado con la otra. Me he hecho una pista de obstáculos con las 12 latas de refresco que compramos ayer, desde el salón hasta la cocina, y me he dedicado a recorrerla haciendo eses. Ssssiummmm-ñiiiii... cocacola. Sssssiummmm-ñiiiii... fanta naranja. Sssssiummmm-ñiiiiiii... aquarius.  Por ahora voy bien, porque son latas pequeñas. Luego quizá pase a hacer pequeños minimuros apilando briks de leche. Y Simón dice que después podríamos probar con minimuros de briks de leche con perros encima.

Si me hubieran regalado un reloj casio o una estilográfica, no estaría yo montando estas judiadas. ¿Ves? la culpa no es mía, Karlos. Es del sistema.