CRÓNICA DE SÁBADO

Hacía un frío cojonudo esta mañana. Frío de vaho y de cristales blancos. Así que he sido fiel a mi coherencia habitual y me he puesto a bañar a los perros. Asesino y Birra se bañan en un pispás porque son dos pedos con pelo, pero Matraka... ese es otro cantar. Y odia el agua, así que sumamos su fuerza, su musculatura, su tamaño y su borriquería aragonesa a una disposición de 0 sobre 0 para querer meterse en el barreño. Una juerga. Al final lo he conseguido. He terminado como para tenderme con cuatro pinzas, pero lo he conseguido. Siempre que toca baño de perros pienso en lo mismo. Que tres son demasiados. Lo malo del asunto es que, cuando ya están limpios y secos, se me olvida por completo.

Luego me he puesto a hacer judías blancas con almejas. Estaban de oferta en el supermercado. Cuando algo está de oferta en el supermercado, Karlos siempre lo compra y lo utiliza para el menú. "Mira, boquerones. Voy a llevarlos para cenar." "Ah, fíjate... 2 x 1 en el arroz. Mañana hago una paella." Y como Karlos no estaba, me tocaba a mí interpretar su papel, así que lo hice con las almejas en oferta. Hasta puse cara de Karlos y todo. "Mira Simón. Almejas. vamos a llevarlas y las hacemos con judías blancas." Craso error. Yo no soy Karlos. Ergo no estoy bueno, no corro 20 km. sin sudar y no sé, NO SÉ cocinar. Lo he intentado. Pero las instrucciones de la olla rápida me han mentido y han dicho: alubias, 18 minutos de cocción. Y eso he hecho.18 minutos de cocción, que me han devuelto un maravilloso puré de alubias. Una especie de masa blanca que hacía blop-blop alrededor de las almejas. Y semillorando estaba yo por mi masa de alubias papurrias, cuando el flequillo rizado de Karlos Z. ha asomado por la ventana de la cocina y me ha dicho "Eh, mosquito...¿qué haces?"

Los superhéroes son superhéroes y vienen en el momento oportuno para salvarte y recordarte que los sábados fríos también molan. Ha vuelto nuestro capitán. Ha vuelto, nos ha abrazadoachuchadobesado, se ha pegado una ducha y ha solucionado la catástrofe del puré almejero, colando el caldo, haciendo un sofrito y usando un frasco de judías precocidas. Y hemos comido recontrabien. Recontrabien y felices. Sobre todo yo, que solo de tener su olor y su mentón cerca, se me han quitado todas las ganas de pintar paredes.

El mentón de Karloszeta se merece muchos sábados de frío de vaho y cristales blancos. Muchos, muchos. Quizá todos.