Mh... Mini-12

Me pinto con mis pinturas de indio y Karlos me dice desde la puerta: "recuerda que no puedes darte golpes en la cabeza..." Me he comido dos platos de pote gallego y un bol de fresas con chocolate, así que estoy preparado para no pasar frío a pesar de mis tetillas al aire. Todo huele a nerviosismo y a fiesta grande de niños pequeños. Estuvimos planteándonos poner a salvo en algún armario las cosas de valor suceptibles de romperse, pero luego recordamos que no tenemos ninguna. Ni de las que se rompen, ni de las que no. Es inherente a tener un montón de perros y gatos, y a lo de quererse mucho. De pronto las cosas de valor dejan de ser importantes, y montas casas con sofás donde puedes saltar, camas donde puedes comer galletas, y estanterías por las que puedes trepar, sin que nadie grite. Y entonces, sólo entonces, creo que es cuando descubres lo de ser feliz en tu propia casa. Él dijo que me daría una llena de niños y perros. Lo dijo cuando yo aún no tenía nada más que una habitación por la que le pagaba 200€  al mes. Por aquel entonces me sonó a  promesa bonita que no superaría mi habitación barata, ni su pelo castaño desordenado en mi almohada de alquiler. Porque no le conocía lo suficiente. Porque no sabía aún que hay magias en la vida que nunca llevan truco.