Mini-nomeacuerdo

Hoy mi cuñada hippyloca ha venido de visita con  Ariel II, que dentro de poco cumplirá cinco meses. Cinco meses, madre mía. Han pasado volando. Dentro de poco serán cinco años y estará destrozando mis naves de lego. He pasado un rato largo jugando con él, los dos sentados en la cama, mientras mi cuñada me llenaba la cocina de kefires y tofus. Ariel II se descojona por todo y se agarra a mis pulgares como si estuviera pilotando una moto invisible. Me enamora. Total y perdidamente. Daría lo que fuera por quedármelo para siempre. Karlos dice que no servimos para tener un bebé porque estamos un poco zumbados y somos muy brutos. Cuando lo dice, creo que no se tiene en cuenta, y que se refiere exclusivamente a mí, porque él es el único punto de cordura y disciplina que hay en nuestra casa. Es el que añade las verduras, el que tapa los enchufes, el que nos quita los petardos, el que nos abrocha los abrigos antes de salir... Supongo que tiene razón. Que ni mi inmadurez ni yo estamos preparados para educar a un niño que aún monta en moto invisible. De todas formas da igual, porque el tribunal (inquisitorio) jamás nos dará un bebé. Haberlos haylos. Ahora que estamos en vías de aumentar la tribu, han caído en nuestras manos algunos expedientes. Síndromes de Down, parálisis cerebrales... pero siempre hay algún asistente social que considera que los bebés necesitan mamás. No sé si es así. Supongo que sí. Pero también creo que mi casa tan bruta, tan llena de perros, es mejor opción que la cuna de un centro de acogida. Le he preguntado a mi cuñada quién se quedaría con Ariel II, en caso de que a ellos les pasara algo. Ha abierto mucho los ojos y ha dicho: "Con vosotros, POR SUPUESTO."

No estoy seguro de que eso cuente. Ella también está un poco loca.