Primer lunes de buajs

He estado en la oficina. El hombre lúgubre pluscuamperfecto se ha ido y mi mac y mis warhammers vuelven a estar vacíos y tristes. Mis compañeros me han dado muchos abrazos al verme, de esos de golpear en la espalda y hacer daño. No entiendo las hostias que nos metemos los hombres cuando queremos demostrar cariño. Prefiero los besos al aire de las chicas o la estrechada de manos inconsistente de los abuelos. No mola nada eso de que quién más te quiera te descoloque un pulmón. Mi compañero Jaime ha hecho mucho hincapié en que mi sustituto les llevaba pipas todos los días. Como contrapunto, yo he hecho mucho hincapié en que me importaba un carajo. No puedo entretenerme con pipas. Necesito tiempo para volver a levantar mi imperio del caos.

Hace un rato, hemos estado viendo en casa el vídeo del salto. Me he visto muy penoso, tan chiquitito, con ese casco tan grande y haciendo ese ruidillo deshinchado como de cadena de wáter. Parezco un hombre bala circense. Y quedo fatal pegado a Karlos, tan cachas él, y tan profesional. Parece un marine jugando con su muñequito articulado. Y encima lo de los pulgares. Si me dijeron "levanta los pulgares" ¿¿por qué levanté el índice?? De verdad, te lo juro, soy un misterio para mí. Creo que debo tener algún empalme de vena cerebral que de vez en cuando con la velocidad se me suelta. Si no, no me lo explico. Simón se parte de risa. Literalmente. Y Pedro, de verle reír, se ríe también. Tengo ganas de que ya tengan 16 años, y pueda llamarles cabrones y reírme también con ellos. Ahora todavía tengo que mantenerme serio y hacerme el ofendido, para que no se pasen. Y no veas si es difícil, cada vez que me veo con ese pedazo de casco absurdo, los mofletillos al viento y los deditos diciendo "¡HOY CUMPLO UNO, MAMÁ!"