Requiem for a Bosch

Me duele una muela y me he cargado el microondas. Lo del microondas tiene solución. Lo de la muela no tanto. Es la única muela que tengo de mentira. Me la rompieron de un puñetazo (algún día tendré que ponerme a hacer una lista como las de spotify, pero de todos los puñetazos que me he comido). No entiendo que una muela de mentira pueda dar tanto dolor.  Además me mataron el nervio, así que es una muela hueca y sin sustancia. Una muela de mentira, hueca y sin sustancia, que me tiene toda la tarde por el camino de la amargura. Más que una muela parece un amor ¿no?  Lo del microondas ha sido una especie de tándem de calamidad entre Simón y yo. Algo tipo "¿has sacado la cucharita?" "¿qué cucharita?" pgggg-pggggg. Cantidad de poética la muerte del microondas. Y cantidad de bonita. Con relampaguitos azules y chisporroteos varios. Lo más idiota han sido los buenos cinco minutos que me he tirado mirando los relampaguitos con cara de suricata, en lugar de apagarlo e intentar salvar algo del micronaufragio. Hemos ido cagando leches a comprar otro al Hipercor. Karlos estaba con Pedro en la piscina, enseñándole a nadar, así que no ha tenido que decirme "no te preocupes, ya lo soluciono cuando llegue."  Yo también quiero solucionar cosas para Karlos, en lugar de ponerle líos bajo los pies. Y hacerle la vida bonita y fácil. Incluso a pesar de mi don especial para cargarme las cosas electrónicas. Incluso a pesar de mi don especial para cargarme todo, en general.