Salto bipolar

Pues sí. Saltamos en paracaídas. Llegó porque todo llega. También el momento en el que a mi pánico ya no le queda la excusa de "bueno, aún falta mucho" y se expaaaaande como el universo. Tanto que durante el viaje de ida en la furgoneta, no digo ni una palabra. Ni una. Que en el vídeo que hemos grabado de toda la experiencia no paran de decir todos "qué callado está Ari... Ari, di algo..." y yo ahí. Sonriendo con cara de Jocker de Batman y barajando mentalmente las consecuencias de saltar de la furgoneta en marcha. Total... se trataba solo de conseguir volver a Madrid desde Toledo haciendo autostop con la tibia fuera. Nada. Una milonga comparado con lo de subir en el avión y luego decirle arriba a seis vascos como seis torres, que no saltas.

Llegamos a la nave. Como siempre, Karlos saludando y dando abrazos. Es así. Cada vez que me mete en un berenjenal, resulta que conoce a todo el mundo, y que con todos tiene anécdotas de supervivencia a muerte. Igual fue en el viaje a Patagonia. "Hola qué tal, me llamo Patricio, yo estuve con tu marido cazando tiburones con una ballesta" "Hey, Ariel, mucho gusto, yo soy Eustaquio, el que saltó con Karlos desde los montes Apalaches agarrado a las patas de un águila calva."  Y así todo.  Con lo cual, cuando le veo empezar a dar abrazos y presentarme gente, yo ya estoy en mi formato out de sonreír como el Jocker y asentir con la cabeza sin saber qué cojones me dicen y pensando únicamente en voy a morir-voy a morir-voy a morir. Y él dice: "Vamos a hacerlo rápido porque le traigo muy asustado." En condiciones normales sacaría pechito, me cabrearía y diría bien alto que a mí no se me "trae" como a un caniche, pero en esos momentos igual me da porque 1. Estoy en formato Jocker. 2. Es la pura verdad, porque si no me trae, no vengo ni harto vino.

Me coloca el arnés. Pone su frente contra la mía. "Ahora préstame atención. En el momento del salto, te colocarás sentado en el borde del avión, con la cabeza hacia atrás y agarrado a tu arnés. No te agarrarás a nada más que al arnés ¿comprendido?" "Comprendido." (Voy a morir-voy a morir-voy a morir).

"Yo te colocaré en posición hacia fuera del avión y tú solo echarás la cabeza hacia atrás hasta pegarla a mí y cerrarás los ojos hasta que yo te diga ¿de acuerdo?" "De acuerdo." (voy a morir-voy a morir-voy a morir)

"Seguirás agarrado a tu arnés y con las rodillas flexionadas, hasta que yo te diga que puedes extender los brazos. En todo momento yo guiaré tu postura y tú solo te dejarás llevar. Cuando oigas que yo digo ¡lanzo! tendrás que volver a agarrar tu arnés y permanecerás así hasta tomar suelo. ¿Ok?" "Ok." (voy a morir-voy a morir-voy a morir)

"Cuando estemos cerca de tomar suelo y en posición semivertical, levantarás las rodillas hacia arriba y dejarás que sea yo el que nos fije, sin bajar las piernas, ni caminar, para evitar tropezar y lesionarte ¿bien?" "Bien." (voy a morir-voy a morir-voy a morir)

Total... Desenlace. Subimos al avión. Ruido. Miedo. Pánico. Terror. Todos encajonados como sardinas. Que se estrelle y al menos muero calentito y en un pispás. Porque voy a morir-voy a morir-voy a morir. Karlos me habla. No sé de qué. Sólo oigo bla-bla-bla-jajajá. Abren la puerta. Empiezan a saltar. Blablabla-jajajá-yujuuuuu y voy a morir-voy a morir-voy a morir. Avanza hacia la puerta conmigo encima. VOY A MORIR-VOY A MORIR-VOY A MORIR. Oigo más blablablá. "¿Qué? ¿qué dices?" Me coge del cuello y me echa la cabeza hacia atrás. Ah sí... había algo de la cabeza. Me agarro a la barra de la puerta. VOY A MORIR. QUE ALGUIEN CUIDE DE MIS GATOS. Le digo "¡que alguien cuide de mis gatos!" Se descojona. Me quita las manos de la barra. Las pongo. Me las quita. Las pongo. Me las quita y las aprieta contra mi arnés. Vale sí. El arnés. Sí. Eso también me suena de algo. A lo mejor debería escucharle la próxima vez que ponga mi columna vertebral en sus manos.  Cierro los ojos. Ruido. Viento. Viento. Ruido. "¡He decidido que no quiero saltar, Karlos!" Se vuelve a descojonar.  Nadie me toma en serio. Voy a morir y nadie me toma en serio, y nadie se quedará con mis gatos y serán unos gatos huérfanos porque yo me estrellaré contra el suelo y me tendrán que recolocar los huesos por separado en una mesa de metal, como en un episodio de Bones. Ya los veo. Veo mi tibia, mi calavera y mi espina dorsal por piececitas alineadas. Siento que caigo hacia delante y que el viento me empuja hacia arriba. Siento que no estoy cayendo. Que voy hacia arriba. Dios... no caemos. Lo sabía, soy demasiado flaco. Soy demasiado flaco y sigo generando 25 pensamientos absurdos por segundo. Ahora subiré hasta la estratosfera y me congelaré como la soyuz. Tendría que gritar. Me han dicho que gritar es bueno. Pero solo me sale un ruido raro y deshinchado, como gggggssssh.... Karlos sigue soltando blablablásjajajás sin que me entere de qué mierda está diciendo. Que se calle ya. Hijoputa. Cabrón. Cuando llegue abajo te pego. Os pego a todos. Siento que me coge las manos del arnés y me las extiende. Abro los ojos. Abro los ojos y flipo. Todo grande, inmenso, azul y verde, silencioso. El miedo me hace ¡fluip! y desaparece. No quiero llegar abajo. "¡NO QUIERO LLEGAR ABAJO!" Oigo a Karlos decir "¡Lo sabía! ¡Para matarle!" Veo a Iker con la cámara delante de mí. "¡Pulgares arriba!" me lío y levanto un índice y un pulgar, como si estuviera celebrando mi primer cumpleaños. Qué más da. Todo es alucinante.

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No sé por qué he perdido tanto tiempo de mi vida sobre el suelo. No lo entiendo.