Martesmiércoles

Estoy en estado de agotamiento feliz. Que aunque sea feliz, no deja de ser agotamiento. Necesito dormir. Lo de estar despierto hasta que amanece hablando y canalleando está muy bien para un viernes relajadito o un sábado de parranda, pero un martesmiércoles... un martesmiércoles con tres horas de sueño es como marcarte un pasadoble en una cornisa del Empire State. O te hostias, o te hostias. Si ayer ya pasé por la jornada laboral arrastrando los pies, hoy la he completado arrastrando hasta los belfos. He aparcado la moto del revés y me ha faltado el pelo de un calvo para dejarme las llaves puestas. Y eso que la tormenta de lluvia en Madrid  hoy ha sido monumental. Pero igual ha dado. Me chorreaba el flequillo sobre la nariz, y aún así, seguía encebollado como un vulgar atún.

Qué días más bonitos estos. Ni verano, ni primavera, ni frío, ni calor, ni tristeza, ni alegría. Me gustan estas sensaciones de grises donde nada es blanco o negro, y todo puede tornarse en lo contrario. No me gustan las sensaciones absolutas, ni los momentos cerrados. Uno siempre debería conservar el camino de vuelta por detrás de sus pies.

Pedro ha aprendido a nadar hoy. Ha sido un acontecimiento muy importante para él. Ha escrito unas 15 páginas en su "cuaderno de cosas" sobre el asunto. No sé qué guarda exactamente en su "cuaderno de cosas." Intenté averiguarlo sin ningún tipo de éxito. Cuando le pregunto qué escribe, siempre dice "cosas" , y de ahí ya no sale. "¿Qué cosas? ¿Cosas sobre qué?" "Cosas sobre cosas." Karlos bromea mucho con el cuaderno de cosas de Pedro. Dice que ahí anota cuidadosamente sus 345 formas de trocearnos con la katana que nos pedirá para reyes cuando cumpla 16 años. Yo le digo "¿Y a Simón también?" y él responde: "No. Simón le ayudará a enterrarnos en el jardín. Y cuando contraten a un jardinero, le dirá -No se asuste usted cuando mueva el jardín, porque hay cosas muertas dentro..."