Eh... Chócala.

Tengo la sensación eterna de que me repito porque digo en twitter lo que digo por aquí y digo por aquí lo que digo en twitter, pero es que me temo que esta es la vida del absurdo online. Estar en todas partes, como Dios (menos en Facebook, porque es de la CIA y en Instagram, porque hago fotos con la tapa del objetivo puesta).
Llevamos a Pedro al colegio nuevo. Me pasé toda la jornada preocupado rumbla que te rumbla con que iba a sufrir y que ninguno en este triste mundo podríamos hacer nada para ayudarle. Cuando me obsesiono, me obsesiono. También en parte porque teníamos su revisión de convivencia dentro de una semana, y un paso atrás a estas alturas no iba a hacer más que complicar la situación. Y con todos esos ayayays estaba yo a las diez que me subía por las paredes. Pero llamé a Karlos buscando apoyo en mi paranoia, y al preguntarle si estaba preocupado, él me respondió "¿por qué? ¿por el partido? buah, si creo que es contra Macedonia... " así que decidí recoger mi cara de oveja y sufrir en silencio. Mal hecho. Como siempre, Karlos tomaba la postura adecuada. No pasó nada. N-A-D-A. Tal como entró, salió. Tranquilo, aparentemente despreocupado, y  hablando con una chica por lenguaje de signos. Me lancé en plancha a preguntar. Sin ningún tipo de éxito, porque soy el que nunca escarmienta. "¿Es compañera de tu clase?" "No." "Parece maja." "Sí." "¿Os habéis hecho amigos?" "No sé. " "¿Y el resto de la clase qué tal?" "Bien." "¿Estás contento?" "¿Por qué?" "Por tu clase nueva." "No." "¿¿Estás triste??" "No." "¿Pues cómo estás?" "Estoy Normal." Bueno. Vale. Está normal. Con Pedro asperger no hay zapatetas, ni entusiasmos, ni apasionamientos. Solo hay o no hay ceño fruncido. Hay o no hay puños apretados. Hay o no hay retorcer de camisetas. El resto de señales tienes que aprender a interpretarlas tú. Hace un rato se ha asomado por la cocina. "Voy a ir al médico de hablar." "¿Al logopeda?"  " Sí. Voy a ir. ¿Cuándo puedo?" Karlos y yo hemos mantenido firmes nuestra cara de nada. "Lo miramos y te lo decimos mañana ¿vale?"  "Vale. Mañana me lo decís." "Mañana, sí." Cuando ha vuelto a desaparecer por el pasillo, Karlos ha levantado su mano abierta y la ha puesto frente a mí. "Eh... mosquito... Ganamos. Chócala."