David

Estaba pensando en David. Y en mí. Y en mí y en David. Él me cuenta que se siente un poco cansado, hastiado y desmotivado, y que tiene la necesidad de ir cerrando puertas sociales. De ir cancelando cuentas de facebook, de twitter, de instagram... De quedarse un poco a solas con sus pensamientos. Supongo que para enfocar su vida con perspectiva. Creo que todos tenemos esa necesidad de vez en cuando ¿no? Yo el primero. Son muchas las veces que me quedo out. Que solo quiero tumbarme en la cama a ver teleseries tontas y que el universo en general respete mi silencio y mi aislamiento. Son esas veces en las que vengo aquí a escribir que no me soporto ni yo. O en las que simplemente nisiquiera escribo. Así que comprendo perfectamente a David y comprendo perfectamente su necesidad de "no estoy, no me habléis, no quiero saber, no quiero reírme, ni llorar, ni sentir. No quiero nada. Solo mi silencio."

Sin embargo, pensaba que yo antes también quemaba barcos. Como él. No es que me alejara sin más. Es que iba borrando mis huellas. Todas. Hasta la más pequeña. Y luego cuando volvía mi necesidad de reintegrarme (porque siempre, SIEMPRE vuelve) y de encender luces, me limitaba a volver a levantarlo todo. Reabrir blogs, recuperar teléfonos, redibujar, reconstruir, reconstruirme. Ya no lo hago. Por el camino conseguí madurar. Ahora, cuando vienen los pensamientos cansados solo entorno la puerta y me tumbo. Y espero. Y paso. Y cuando estoy preparado o tengo la necesidad, me vuelvo a levantar, abro, y sigo con lo mío. Y definitivamente... sí. Creo que eso está bien. Que el sudapollismo es otra forma de coherencia. Que forma parte de crecer. O de entender que nada en esta vida es tan importante.