Einn (1)

Primer post mientras desayunamos. No dará para mucho, porque enseguidita nos pondremos en marcha para LA AVENTURA (léase con voz de cuña radiofónica de 1930), pero al menos dejo constancia de que:

1. He llegado a Islandia.
2. Soy un enano en Islandia.
3. Los albergues MOLAN MOGOLLÓN en Islandia.
4. Los desayunos MOLAN MÁS AÚN en Islandia.

Esto último va en serio. Cuando me dijeron "albergue" me imaginé una habitación de 28 con baño compartido, ronquidos compartidos y pedos compartidos, pero no. Este es limpio, impecable y mejor que bastantes hoteles en los que he estado. Carísimo, eso sí. Todo es caro es Islandia. Todavía estoy flipando del precio por una puñetera cerveza. Karlos dice "no importa, es nuestro aniversario, pago yo." Vale. Pues me pediré una tapita de ballena o algo.

En breve recogemos el coche y empezamos, directos al Parque de Pingvellir. Todos emocionados y contentos. Jokin y Karlos van a bucear en el lago Þingvallavatn (no es que me haya aprendido los nombres. Ni de coña. Solo es que tengo el plano delante de los morros mientras escribo esto). Gustavo y yo nos mantedremos en el grupo de los no-chiflados y los veremos desde arriba diciéndoles adiós con la manita. El agua está a unos 38ºC ahí abajo, así que hay que bucear con traje seco. Yo no sé bucear con traje seco (de hecho, nisiquiera se me da muy bien lo de bucear con traje mojado) y Gustavo nisiquiera sabe bucear. Así que lo dicho. Nosotros con nuestras cervecitas islandesas y mirándoles desde arriba. Ahora mismo estamos todos un poco entre emocionados y zombies porque no hemos pegado mucho ojo. Hemos estado en una habitación de dos literas, y nos hemos pasado la mayor parte de la noche blablablá-blablablá, hasta que Karlos ha llegado a su tope de paciencia y nos ha tirado una almohada a matar. Cuando Karlos llega a su tope de paciencia, todo el mundo a dormir. Ese es la primera norma de Islandia y del mundo mundial. Una vez calladitos, he descolgado el brazo desde mi litera de arriba (es bien sabido que todos los inmaduros nos pedimos la de arriba) y le he tendido y la mano y él me la ha cogido desde abajo (la mano, otra cosa hubiera sido técnicamente imposible). Estaba suave, calentita y gustosa, y me ha dado un ataque de mimo idiota, así que he bajado de mi litera y me he apretado contra él en la suya, en plan okupa cariñoso. Allí metidos, en la litera de tamaño vikingo, hemos hablado bajito del bien y del mal y hemos arreglado un poco el mundo, hasta que Jokin ha empezado a roncar y hemos decidido hacer lo propio.

Nos piramos. Nos espera el coche gigante. Publicaré esto esta noche, en el camping donde dormimos, si pillo un buen wifi (que me han jurado por Asgard que sí, que buenísimo, que superwifi islandés de la muerte súbita).

El coche gigante impone mucho respeto. Me recuerda a uno de esos monster-truck que usan los yankees para hacer espectáculos absurdos de acrobacias en Las Vegas. No sé muy bien para qué queremos un coche tan grande. Supongo que para saltar de algún sitio imposible, así que casi mejor por ahora prefiero no saberlo, ni preguntarlo.

HOY VAMOS A VER GÉISERES. Geisers... Geis...

HOY VAMOS A VER CHORROS DE AGUA P'ARRIBA-P'ABAJO.