Cuenta atrás

Trajeron la tele gigante. Estaban poniendo Dirty Dancing. Me quedé embobado mirándola hasta el último título de crédito. Y eso que forma parte de mi lista de películas mierder (con perdón) que le gustan a todo el mundo menos a mí. Pero veía todo tan grande... tan luminoso... tan tirititrán... Luego llegó Karlos a despertarme de mi trance hipnótico y me dijo que había llamado para que nos la cambiaran porque tenía una rayita negra de 2 mm. en un lado de la pantalla. Diez puntos para la visión superhéroe de Karlos Z. Yo me tragué desde el Big Girls Don't Cry hasta el The Time of My Life y no ví ni rayita ni po**as en vinagre. Pero es cierto. Estaba ahí. Así que hasta el día 7 que nos la cambian, tenemos la tele con el plástico protector aún puesto alrededor. Queda superbonito junto al papá noel trepador con música y los calcetines navideños de fieltrurri. Nos damos un aire de familia rumana muy interesante.

No he hecho los canelones. Tuve que quedarme en el trabajo hasta las mil y tontas y Karlos preparó el relleno por su cuenta. Lo único que hice al final fue enrollarlos como un gelipollas hasta las once de la noche. En parte bien porque me tocó lo fácil, en parte mal, porque no colaboro a la cena de los 325 miniplatos con nada que no sea el hambre y mi expresión bobalicona de oh-qué-bonito. Intentaré contrarrestarlo elaborando cócteles matadores a tutiplén. Es posible que lleguemos al 2015 arrastrándonos por el suelo. No importa. Los años impares son para eso. Y si no, los inventamos.

Creo que este no va a ser el único post de hoy.