Couj-couj-couj

Tos. Mucha tos. Más que mucha tos. Soy pesado con tanta queja vírica ¿no? vale, ya paro. Es que no he dormido mucho. Me levanté unas diez veces en busca de leches calientes, aguas y caramelos, sin ningún tipo de éxito. En las últimas idas ya hasta Canuto me miraba con pena. Menos mal que Jon K. estaba de viaje. De esa se ha librado. Si no, íbamos a ser dos los que hoy se hubieran ido al trabajo sin dormir.

Ayer fuí a ver La Batalla de los Cinco Ejércitos al cine, con Pedro. Aproveché que estábamos solos porque Simón tenía un cumpleaños y Jon estaba rumbo a Suiza. Desde que aprendió a escuchar con el implante se queda absorto con las pelis de fanfarria y chimpunes, así que llevarle a ver una de Peter Jackson era un éxito casi seguro. Pero aunque triunfé con la elección, la cagué en cuanto al desenlace. Porque la peli le fascinó, sí... Pero ponerle a un niño asperger a ver la tercera parte de algo, es un error de tutor principiante lerdo. Desde que salimos del cine hasta hace un rato que ha tenido que callarse para cenar, habré respondido ya unas 256.342 preguntas variadas sobre elfos, orcos, enanos, magos y anillos. Y eso por no contar que ahora me tengo que tragar a su vera las dos primeras partes de la segunda trilogía, más la primera trilogía completa (con sus respectivas 256.342 preguntas por cada película). Es decir, que me cago en Tolkien y en los Cinesa Madrid.

Me voy a recoger a Jon a Torrejón. Es prioridad absoluta porque viene de Ginebra, y me trae 20.000 kilos de chocolate suizo. Y mañana tengo que ir a ver a la endocrina para que me reordene el desastre navideño, así que intuyo que tengo solo unas 3h. para poder ponerme hasta las orejas, antes de que se descubra que estoy sudando colesterol. Y como el agujero del cinturón me chiva que no he logrado ganar ni un gramo, pues... creo que mañana me espera una jornada superbonita. Todos van a estar encantados de conocerme. La doctora, Jon Karlos, mi vena carótida y mi páncreas. Ea. Todos a hacerme la ola.