El mosquito tigre

Estaba pensando en lo diferentes que son nuestros mundos. El suyo y el mío. Ayer lo pensaba cuando miraba a todos esos mastodontes vestidos de uniforme goteando testosterona. Vaya pedazo de mulas. Tenías que haberlos visto. Todo mentón cerrado, paquete y biceps. Ni se escondían. Salían gritando y disparando como Rambo ¡YAAAAAARRGGGGGHHHH! papapapapapapapa...Yo era la antítesis. Primero por enano y canijo y luego, por conservador. Fuí todo el rato escabulléndome de sitio en sitio. En la caseta, en la torre, en los baños, en los parapetos... me escondía en cualquier sitio. Allí me encajaba silencioso y me quedaba intentando dar a algo o a alguien (y sin conseguirlo). Jon K. estuvo todo el rato pendiente de mí. Nos tocó en bandos enemigos. Pensé que me haría picadillo porque le gusta tocarme los huevos (en los dos sentidos), pero no. Fue todo el rato detrás echándome una mano de estrangis. "Ari baja, que ahí eres blanco fácil..." "Ari, ponte más a la derecha que ahí tienes descubiertas las espaldas..." "Ari, vigila tu izquierda que te viene uno por allí..." "Ari, que eso no es un escondite, baja la cabeza..." Molaba porque se acercaba disimulando y me lo decía bajito para que no le escucharan los de su bando y le acusaran de debilidad. Como papá gallina salvando al pollito. Igual. Al final entre eso y que como buen canijo soy capaz de esconderme en un sacapuntas, resulté el menos herido de mi bando y me tocó llevar la bandera en el juego final. Ahí ya no pudo hacer nada por ayudarme y me brearon pero bien. A él le ví apuntarme sin disparar. Pobre Jon. Es como los androides con las leyes de la robótica. Su programa mental le impide hacerme pupa. Cuando ya ví que me estaban dando por todos lados, pensé "a la mierda" y me lancé en plan kamikaze contra todos imitando un poco el estilo que les había visto seguir a todos en las rectas finales. Esto es, el "yaaaaargh" y el "papapapapa". Y salieron todos y se me pusieron enfrente. Las nueve malas bestias y mi euskoandroide. Y yo venga a ráfagas, a lo bestia. Ra-ta-ta-ta-ta-ta-ta, hasta que se vació el cargador.

Ni uno dí. Nada. Nothing. Ni rozarlos.

Diez tíos delante de mí y no le doy a ninguno. Yo creo que eso debería tener premio.

Al final, ganamos por tiempo y para celebrar que, pese al palizón del útlimo minuto, había sido el jugador con menos impactos durante la batalla, los de mi equipo me tiraron a una especie de pilón de agua que había dentro del campo de maniobras. Con mono, casco, botas.... Ahí. Enterito al pilón. Con 4ºC aproximados de temperatura ambiente que habría en ese momento. Y yo ahí. Tan majo. Con el agua por el sobaquillo y chapoteando con los bracitos chipi-chupi-chups sacadme-sacadme-sacadme.

Así que nada. Más o menos lo esperado. Fin de cumpleaños superbonito con hipotermia y 25 cardenales desperdigados a lo largo y ancho de mi limitada anatomía.

El año que viene, piscina de bolas, payasos y globos de animalitos. Te lo digo desde ya.