Gunda de Fuitarra

Bueno, pues... La comida con mi compañero y su madre fue bien. Entre papel pintado de flores, lámparas de gotitas de cristal, relojes pastorales de tic-ta-tic y bailarinas de Lladró. O sea... igual de desasosegante que antes de entrar, pero con comida (bastante buena, por cierto). No saqué nada en claro de por qué demonios estaba yo allí. Ya lo meditaré otro mes.

Acabo de terminar de empaquetar el último regalo. Alegría, alegría y Pan de Madagascar. Ahora es cuando me tocaría ponerme a tantear todos los regalos ajenos para localizar mi funda de guitarra y dar gracias a Belcebú porque mis mensajes subliminales hayan surtido efecto (si podemos llamar subliminal a lo de poner QUIERO UNA FUNDA DE GUITARRA con un imán, en mitad de la puerta de la nevera), pero me he recorrido toda la casa y no los encuentro, así que imagino que el señor Jon Karlos los ha debido esconder en una cápsula inífuga bajo tierra a prueba de arieles o algo así. No es de extrañar. Primero porque lo de tantear los paquetes ajenos (sin dobles sentidos, ojo. Soy divertido en Navidad pero no tanto) es una de mis tácticas habituales de cagaprisas ansioso emocionado, y segundo porque convivimos con un ejército de gatos y perros punkis dispuestos a la elaboración de confetti, en cuanto ven un papel de colorín. Además este año está Canuto. Ay Canuto. Canuto, el rey de la destrucción en masa. Se nos había olvidado lo de los cachorros y el juego de masticar. Lleva tres camas destrozadas. Esta mañana la última. Se me ha pasado por la mente el ponerle unos globos envueltos en una toalla para darle una lección, pero ahora mismo no me parece muy apetecible lo de andar desenganchando perros del techo. Al fin y al cabo, tampoco tiene la culpa el pobre de que ahora mismo el universo sea ante sus ojos una pata de jamón gigante. En realidad es lo que más mola de estar recién llegado al mundo. Que puedes ser gamberro y destructor, y que no pase nada relevante. Y si no que se lo digan a  Ariel v.2, que ya anda (y destruye) y cuando estuvo en Nochebuena en casa montó un pifostio en mi legolandia, que talmente parecía un Godzilla con pañales.