Tres contra una

Atchús (prometo averiguar su nombre real un día de estos) ha venido esta mañana con una cotorrita. Se la encontró tirada en la calle herida, así que la recogió, la curó y se la trajo a los niños. A Atchús le flipan los pájaros. En el balcón de su piso-armario de una habitación y media con cocinabaño, tiene 13 jaulas de pajaritos varios. Yo no comparto ese amor. Los pájaros me gustan en el cielo. He oído veinte veces el argumento ese de que libres enseguida morirían. Y seguramente será verdad, pero qué quieres que te diga. Si yo fuera pájaro preferiría 3 días de vida en libertad que 5 años en una jaula dando minisaltitos del palitroco de un lado al palitroco del otro. Tener alas para volar y no poder hacerlo. Imagínate metido en una habitación 2 x 2. Imagínate ahí quieto, con tus piernas preparadas para saltar y correr, y no poder hacerlo. Pobrecillos. Vaya una triste vida de mierda. Los gatos andan locos con la cotorra. Dan vueltas a su alrededor con los ojos muy fijos en ella y sueltan maullidos cortos de placer y premasacre ñi-ñi-ñu-ñu-ñi. No creo que quieran comérsela. Son los gatos menos hambrientos del mundo mundial. Pero seguramente sí que les encantaría jugar un rato con ella al badminton sin raqueta. No sé cómo narices ponerla a salvo. Lo de poner gateras en todas las puertas no es que fuera precisamente la mejor de mis ideas, pero pensé que ignorarían a cualquier bicho entrante, igual que hicieron con la chinchilla y los ratones. Me equivoqué. A la cotorra no la han ignorado. Vaya usted a saber por qué. De alguna forma la pobre debe oler a diversión. ¿Y ahora? ¿qué? ¿cotorra en tupperware? ¿traje de camuflaje para cotorras? ¿gafas para cotorra con visión nocturna? ¿jaula con perímetro láser electrificado? ¿entrenamiento cotorril de combate jiu-jitsu? ¿qué?