Out

Tengo uno de esos días en los que te levantas y te acuestas como una pieza de puzzle desparejada. Dormí poco, mal y con calor. A las 2h. seguía dando vueltas. A las 3:30h. le desperté. A las 3:45h. tuve sexo. A las 4:30 me dormí. A las 7:00h. sonó el despertador. Me arrastré a lo largo y ancho de la mañana. Tenía mal estómago. Dolor de cuello. Dolor lumbar. Dolor de todo. Jon Karlos me sobrellevó con arte, como siempre. A las 10:00 me dejó en el trabajo. El mal se hizo peor. Tareas soporíferas, personas insufribles, horas eternas, empeoramiento de estómago. Eché de menos a los tres mosqueteros que desde casa me mandaban fotos y mensajes, porque no había colegio. Malcomí unos macarrones cocidos con nada y un yogur que terminó de sentarme a cuernos. Se me rompieron las gafas de sol por sentarme en ellas. Se me cayó el móvil por detrás del aire acondicionado. Me descalabré la nuca contra el quicio de la ventana. Me vino a buscar Jon con la moto y en la gasolinera vimos que  habíamos pinchado. Llegamos recontratarde y María ya estaba cenada y dormida (alabadas sean las abuelas para los momentos imposibles). En fin. Lunes, maravilloso lunes. Lunes de comienzo, de finales y de buargh. Lunes que ahora mismo voy a doblar en cuatro partes y a guardármelo en el bolsillo hasta... mh... octubre o alguno de esos meses de otoño que me suelen caer más simpáticos. Mañana irá mejor. Todo. Incluso a pesar de que sí haya colegio. Ahora solo una ducha, unas natillas de chocolate, el pijama de spiderman y a tumbarme en la cama encima de Jon a ver algo que no haga pensar. Y ya. Out. Fuera. Claqueta.