Recogiendo tormentas

He quitado mis diarios antiguos del blog. Nada grave. Solo para reorganizarlos, completarlos, darles forma y hacerlos libro. Dejé pasar un par de trenes, pero en este tercero creo que voy a subirme. Aprovechando que estoy en un momento de placidez absurda, calma, lujo y voluptuosidad (o mejor dicho, solo calma y voluptuosidad). Y aprovechando que viene el verano. Odio los veranos. Si no los lleno de proyectos, me acaban saturando. Yo solo funciono con lluvias y tormentas. Soy ciclotímico-absurdo.

Pedro no quiere ir al concurso de matemáticas. Le dije que ante el problema de no querer ir al concurso de matemáticas, la única solución era no ir al concurso de matemáticas. Más sencillo imposible. Él se preocupó por Jon. Para él, lo que dice Jon es de vital importancia. No sé bien a santo de qué porque Jon, de la mitad de los asuntos hace coña, y de la otra mitad pasa olímpicamente, pero aún así... le considera una especie de guía vital, y su opinión le merece mucho respeto. Ayer volvía de un viaje exprés a Ginebra, así que le puse un mensaje cuando su avión ya estaba aterrizando. "Pedro no quiere ir al concurso. Va a preguntarte. Échale una mano." Jon hizo gala de una de sus estrategias brillantes. Le llamó por teléfono desde el coche "Pedro, he estado pensando y creo que prefiero que no vayas al concurso de mates y te dediques más al campeonato de ajedrez. ¿Tú qué opinas?" Pedro se iluminó. "Sí, yo creo lo mismo." Cuando colgó tenía una mirada completamente distinta. "No puedo ir al concurso de mates porque voy a hacer lo del ajedrez." Muy bien. Jugada maestra. Le liberas de lo que le angustia, pero sin que se note que la decisión no es suya. Me encanta. La experiencia de Jon de cuidador de hermanitos pequeños de todas las edades, le ha vuelto un tutor muy hábil.

Llevo una semana de cine mudo. Feliz, pero a más revoluciones de lo normal. Se me escapan los temas sin dejártelos aquí puestos. No quiero que pienses que esto ya no importa. Para nada. Son ciclos de caos. Coincidentes con los viajes fugaces de Jon de Barcelona a Tombuctú. Cuando llevo yo las riendas, la vida de la casa tiende a girar sobre su propio eje sin moverse ni un pelín. El lunes vuelve la calma. Me lanzaré en plancha a contarte cosas. Cosas del loro, de María, de las marihuanitas del jardín, de mi fisioterapeuta gorila, de mi hombro que se levanta solo.

Mh...¿sabes que te debo un post sexual?