Ah-Uh

36ºC en Madrid.  Con boina de nubes y ni un pelo de aire. Y yo encima comiendo como si no hubiera un mañana. Uno no se da cuenta de lo rápido que pasan tres horas, hasta que no tiene que comerse algo cada ídem. Hoy también lo he cumplido a rajatabla. Hace un rato me he comido las dos rodajas de salmón, las patatas, los espárragos, la mahonesa y los putos plátanos. Y antes de acostarme, serán las avellanas, el puto muesli y el puto yogur. La Dra. Vetusta Morla me explicó muy claramente por qué no podía engordar jamás a base de cosas divertidas, como toneladas de pizza y macmenús. Fue una mierda comprenderla tan bien. Mírame ahora. 48 horas y no me he saltado el régimen ni un poquito. Es lo que tiene la información. Que igual que te ayuda también te va matando algún que otro sueño por el camino, sí.

Ahora mismo están otra vez los espartanos de Jon K. en el salón viendo el fútbol y gritando cosas. Se dan un aire un poco yankee porque siempre vienen a casa cargados de botellines, para no gastar nuestra cerveza. Y hoy han traído también una bolsa gigante de patatas fritas y un globo de Bob Esponja con patitas que cuelgan y caminan, bastante siniestro. Lo traían de la manita, como si fuera otro jugador de rugby más. Todo el mundo se ha descojonado mucho con lo del globo, menos yo que no he entendido una puñeta del chiste y me he limitado a dejarlo en la entrada con la esperanza de que se lo coma algún perro. Desde aquí oigo el crunchi-crunchi de las patatas. En condiciones normales ya llevaría yo dos horas haciendo snorkel dentro de la bolsa, pero la verdad es que con las vitaminas malignas de la Dra. Vetusta Morla, no me apetece comer ninguna guarrería. No sé cuánto me durará esta formalidad. Supongo que lo que dure el maldito calor de mayogosto, y regrese mi habitual felicidad vivalapepa de los 25ºC