Uno menos

Primer examen. Solo me quedan cuatro (ahí mi momento optimista absurdo). Mi sensación sobre la marcha era que lo estaba haciendo más o menos correcto, pero luego ha resultado que al terminar he levantado la cabecita como una suricata y ahí todo dios seguía pensando y escribiendo. No muchos. No la mayoría. No una gran parte. No. Todos. Todos enteros menos yo. Así que los huevos se me han recolocado a ambos lados de la nuez, y toda mi confianza ha hecho crajs. Porque si tú has terminado y los demás no... ¿es porque te falta algo que los demás han añadido? ¿o es que quizá has ido demasiado rápido y estás a punto de entregar una ñorda de examen? No me he levantado. Tal cual he estirado mi pescuezo de suricata, tal cual lo he vuelto a bajar. Y me he quedado sentadito, dando un poco de rienda suelta a mis pánicos. Me he puesto a repasar lo irrepasable... a pensar en nada mientras daba toquecitos con el bolígrafo pic-pic-pic... a fingir que revisaba algo que ya tenía recontrarevisado... hasta que por fin he visto que ya se levantaban uno o dos, y ya he entregado y he salido de allí tan deprisa que no se me veían ni los pies. Al volar por el pasillo los dos que caminaban detrás de mí iban comentando que era de las asignaturas más fáciles. Me he cagado en sus respectivos padres mentalmente. Pobrecillos. Perdonadme si estáis leyendo esto, pero yo os maldigo con toda mi furia cósmica. Y con toda la que tendré en los próximos días, que no será poca.

La semana que viene tengo otro, y la siguiente dos más. Jon me anima. Me hace ea-eas y me repite mil veces que si no saco todas no pasa nada. Para celebrar que ya me han bajado un poco los huevos, hoy me ha traído para cenar un vino blanco y una caja de gambas. Bueno, el vino a mí y las gambas a María, que desde que las probó nos la pide hasta haciendo morse con los chupetes. Ya ves tú. Como si no tuviéramos ya bastante con los dos gatos y su frenesí HEOÍDOQUEPELABASUNAGAMBA, ahora sumamos a María. Es lo que tiene esta tribu. Somos todos unos zarrapastrosos, pero con el paladar más fino que la polla de una mosca.