Uno de esos jueves

Sigo desanimado por lo de ayer. Y es muy absurdo que lo esté, porque ni siquiera he podido comprobar todavía la nómina de este mes, pero aún así no me quito esta sensación de que me tomen profesionalmente por un mierda. Cuando te tratan verde, te sientes verde. Es un hecho. Cada vez me resulta más difícil blindarme. De adolescente lo hacía bastante mejor. Supongo que parte de la causa (que no de la culpa) es Jon K. Eso de querer y que te quieran baja mucho los escudos. Viene a ser lo peor de lo mejor.

Sea como fuere, ando un poco con la vida de punta. Tengo los exámenes finales dentro de dos cochinas semanas y no soy capaz de memorizar ni los títulos. Y también en dos semanas empiezo a gastar las mañanas de los sábados en dar clase a ocho niños. He intentado colar a Maríamonita en la clase para poder aprovechar la coyuntura y cuidar de ella, como hace Jon con el fútbol y Simón, pero no he tenido nada de éxito en lo de motivarla. Con el kung fu fue mucho más fácil. Aquello sí que triunfó. Le flipa ponerse el pijama chino y dar gritopatadas (qué novedad) pero lo de estarse quieta en una barra...dice que los cojones del obispo. Ya intenté darle clase en la buhardilla y aquello fue como estudiar trigonometría con la rana Kermitt, así que nada... Me tocará hacer coincidir sus patadas chinas con mi pacífica clase y volar de un sitio a otro, dejando un rastro de pelánganos, pijama chino y converse rojas por allende los pasillos.

Madre mía. Me leo contarte mi puta vida y parezco una joven madre divorciada con problemas de primer mundo. Mil perdones. Mejor no me hagas mucho caso. Hoy es uno de esos jueves. Si eso ya... mejor mañana.