Arrivo

Ya. Ya llegó. Todo llega. Hasta esto. Igual que la vuelta al curro también llegará, ya llegó nuestra casa de vacaciones. Hemos salido esta mañana sin demasiados problemas, salvo el caos habitual que nos persigue de niñosperros y cosas que se nos olvidan por el camino (esta vez ha sido el ipod, así que cuando salgamos a correr, tendré que ir cantándome o algo). La casa nos ha recibido igual. Tan grande y fresca como siempre, y con la (única) cama de matrimonio tan pequeña como siempre. Menos mal que hay airecillo y no hace excesivo calor porque con un espartano gigante y una cama de 1,35 no queda otra que dormir en montoncito. Así que... cuanto menos agobios, mejor.

Este año como novedad tenemos vecinos en el chalet de al lado. Franceses. No sabemos aún cuántos exactamente pero calculamos que unos 456 adultos y un bebé. Hace poco estaban haciendo una barbacoa. A las seis de la tarde. Una barbacoa a las seis de la tarde. Viva Francia y los horarios raruncios. Me ha hecho recordar aquellos tres meses que estuvimos viviendo en París y en cómo se nos descojonaban en la cara cuando intentábamos cenar más allá de las siete de la tarde. No sé, chico. No es que yo esté en contra de madrugar y esas cosas, pero lo de acostarte a las diez de la noche... pues no. Que ya tuve yo bastante con mis añitos de frailes.

PD. Sigo triste por mis gatos.